Significa que es difícil quitarle a una persona un vicio ya adquirido. Habitualmente el vicioso (fumador, bebedor o drogadicto empedernido), debido a la falta control/voluntad, suele volver a las andadas de manera habitual.
Hay otras versiones del refrán como:
El que tiene un vicio, si no se mea en la puerta, se mea en el quicio.